Ha pasado mucho tiempo desde que me pasaba algo de éstas características y yo echaba en falta escribir una de éstas entradas. Entonces, ¿qué otra excusa necesito? El mundo necesita de éste tipo de bastardadas para poder contarlas en ésas fiestas de copas a las que nadie gusta de ir, pero todos van para poder conocer a otros seres humanos que comparten su misma decadencia vital. Hoy les voy a contar la armada que he vivido recientemente, a ver qué conclusiones sacan de ella.
9 de Julio de 2015. Mis compañeros peludos Sánchez, Oropez, Viruru y Rodríguez me habían convocado de forma imprevista a las 7 u 8 de la tarde en la lejana playa de Bocabarranco, a tomar por culo del casco de Gáldar. Los que me conocen se extrañarán, pues saben que un servidor no es muy partícipe de ésa supuesta verdad mundial que es que pasar todo el día asándote como un pollo, bañarte en agua salada y coger un rico cáncer de piel es lo más deseable en verano, pero lo cierto es que de cuando en cuando voy si algún grupo de amigos me dice de ir. Llegué y me senté en donde estaban, dispuesto a hacer el pinga. Un rato después, Rodríguez y Sánchez me invitaron a ir al agua de la playa de arena que estaba más allá de nosotros. Como me habían llamado in extremis no tenía bañador, así que fuí al agua en calzoncillos.
Tras atreverme a bañarme en las congeladas aguas de aquella playa dejada de la mano de Dios y ponernos a jugar cuáles niños de párvulos, me di cuenta de que la cantidad de arena que se me estaba acumulando dentro del calzón era grande, pastosa y alarmante como la caca de un recién nacido. ¿Qué hice, entonces? Me quité el calzoncillo y me bañé en bolas. Ya estaba acostumbrado al frío del agua, eran como las 8 y pico de la tarde y no había absolutamente nadie, por lo que no tenía motivo por el que actuar con vergüenza alguna. Al poco rato nos movimos a la piscina de piedra que había justo enfrente de nuestras cosas. Como salí antes de ponerme el calzoncillo y me había llenado los pies de arena, me moví hasta allí desnudo. Allí me mojé los pies durante un momento y salí para recoger mis cosas. Mientras, un hombre pasaba por encima de nosotros con una cerveza barata en la mano.
De repente, empiezo a oír un murmullo por encima de mi cabeza. Poco a poco, empecé a distinguir que era la voz de un hombre que tenía bastantes problemas para vocalizar. Distinguía frases y palabras sueltas, como "si eres hombre, ven y haz lo mismo mañana" o "desnudo". Me había coscado algo del asunto, pero decidí pasar. En ésto que el tío empieza a coger piedras (y no pequeñas, precisamente) y a tirarlas. Ésto no supondría un problema de no ser porque el tipo estaba en una posición mucho más alta que la nuestra, haciendo que las piedras cayeran a una velocidad considerable. Por ello empecé a cabrearme y a gritarle que nos dejara en paz, que se fuera por su camino. El tío no nos dejaba marcharnos, seguía tirándonos piedras, amenazándonos, soltando perogrulladas por la boca. Me puse nervioso no porque me dijera o hiciera nada a mí (no me importa), sino porque mis amigos no debían culpa de nada.
Tras minutos que me parecieron eternos, el tipo se largó. Nos vestimos, respiramos un poco, hicimos un par de bromas y nos fuimos de la playa... O al menos esa era nuestra intención. No se pueden imaginar cuál fue mi cara de sorpresa y mi sentimiento de asco cuando ése hombre, borracho al nivel de no poder hablar con demasiada claridad y tambalearse ligeramente al caminar, estaba conduciendo un coche. Efectivamente, acaban de leer que un borracho estaba CONDUCIENDO UN COCHE. Y no solo eso, sino que llevaba a su mujer al lado y a un niño de no más de 6-8 años detrás. Nosotros tratamos de pasar de él, pero nos vió. Pegó un frenazo, el niño se comió el reposacabezas del asiento del conductor. Empezó a preguntarnos que de dónde éramos cada uno. Mis amigos empezaron a contestarles mientras él salía del coche, navaja en mano. Mientras caminaba hacia mí, me preguntó que de dónde era. ¿Mi respuesta? "A usted qué coño le importa".
Mis amigos estaban pasando miedo (o al menos algunos de ellos). Yo estaba aguantándome las ganas de soltarle un viaje al padre del año. Tras un par de minutos de improperios, de "Éste no es tu barrio", de "Yo a éste lo mato hoy" y de "Encima la tienes chica" (lo que me hace dudar de que éste señor nunca se ha bañado en agua fría y que le hacía bastante falta en ése momento), los dueños del bar que teníamos justo detrás (Aquí y ahora, creo que se llamaba) salieron a ver qué pasaba y a intentar apaciguar al "caballero". Su mujer salió del coche, llorando, rogándole con voz débil: "Rey de los Judíos, por favor" (no desvelaré su nombre, Gáldar está llena de correveidiles y prefiero ahorrarme problemas). Tres personas que nos dijeron que no le hiciéramos caso y que nos marcháramos. Tres personas, mucha más atención de la que se merecía alguien como él.
Cuando viré la cabeza una vez más, la escena que componían tanto el hombre pegando navajazos circulares al aire como aquellas tres personas intentando apaciguarle era, cuánto menos, patética. Pensar que ésa persona estaba poniendo a su familia en peligro sólo porque yo estaba haciendo el pinga (y nunca mejor dicho) sin molestar a nadie... Me da que pensar sobre el tipo de personas que hay sueltas por el mundo. Porque vale, aquella no era una playa nudista, eso lo entiendo. Por eso aproveché que no había nadie para limpiar el bañador y bañarme desnudo. Y si alguno me ve, pues no tengo problema en que me diga "oye, que éso no se puede hacer aquí", explicarle lo sucedido y llegar a un entendimiento. Pero eso de farfullar como un perro, tirar piedras aprovechando una ventaja táctica y luego hacerse el chulito con una picona, todo ésto estando ebrio... Da bastante vergüenza.
Pero bueno, mi vida no sería mi vida si no pasasen éstas aleatoriedades cada poco tiempo. Y quién sabe, quizás pronto tenga más Momentos Bizarros que contar. Hasta entonces, seguiré reflexionando sobre quiénes sómos y cómo a veces involucionamos en vez de evolucionar.
Bienvenido seas, querido lector. Mientras que la vida y la gente no aportan más que ruido y problemas, aquí encontrarás un rincón donde pensar, meditar y reflexionar. Disfruta de tu estancia en mi pequeño reino.
Música, mi colega
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sábado, 18 de julio de 2015
viernes, 28 de marzo de 2014
Momentos Bizarros de mi Vida Nº 9: Números Grandes
No hace mucho que en Radio Forellia hablé sobre Magic: The Gathering, un juego de cartas intercambiables que ha encandilado no solo al que aquí les escribe, sino a casi todo hijo de vecino cercano a mí que lo ha probado (Pueden oír el programa en la pestaña de Emisiones de Radio Forellia que ven arriba o directamente se meten aquí y ahorran tiempo). Probablemente no sabrán casi nada del juego, por lo que voy a explicarlo a grandes rasgos para que sepan un poco de lo raro que es lo que tuvo lugar en el día de ayer: El juego consiste en que dos jugadores adoptan el papel de unos magos llamados Planeswalkers (Caminantes de planos), que poseen el poder de viajar entre los distintos "universos" (no lo son realmente, pero es una forma de explicarlo) llamados Planos y pertenecientes al Multiverso (Para más información de ellos, vengan aquí). Los Planeswalkers, al tener esa habilidad, pueden usar hechizos de todos y cada uno de los Planos o regiones para derrotar a otros magos en una batalla llena de criaturas, conjuros, encantamientos y artefactos. Estos hechizos son representados en las cartas como páginas de un libro de hechizos que puedes personalizar a tu propia medida y según como te sientas más cómodo a la hora de jugar.
Explicado el tema de la ambientación, paso a hablar sobre el objetivo último del juego, que es nada más y nada menos que quitarle todas las vidas al jugador contrario (en un uno contra uno cada jugador empieza con 20 vidas) a través de una estrategia que impida, a su vez, que el rival te quite las tuyas. En Magic hay cinco colores, cada uno con su estilo de juego particular y sus puntos fuertes y débiles: Blanco, Negro, Rojo, Azul y Verde. Para no atiborrarlos de datos, basta con que sepan que mi baraja es Blanca y Negra, la cuál está especializada en ganar vidas a porrillo y chetar a las criaturas a base de encantamientos que les otorgan mayor fuerza y resistencia además de jugosas habilidades que les conceden ventajas sobre las del contrario. Pues bien, en la noche del jueves, tras salir de clase, salí con Aleisi, Cardo, Oropez y Agoncas a pasar una noche entre colegas con un poco de comida y abundantes partidas de Magic. Lo que aquí voy a relatar tiene lugar en una última partida que echamos entre Agoncas y yo, que empezó como a las dos de la mañana y terminó a las tres y media.
Explicado el tema de la ambientación, paso a hablar sobre el objetivo último del juego, que es nada más y nada menos que quitarle todas las vidas al jugador contrario (en un uno contra uno cada jugador empieza con 20 vidas) a través de una estrategia que impida, a su vez, que el rival te quite las tuyas. En Magic hay cinco colores, cada uno con su estilo de juego particular y sus puntos fuertes y débiles: Blanco, Negro, Rojo, Azul y Verde. Para no atiborrarlos de datos, basta con que sepan que mi baraja es Blanca y Negra, la cuál está especializada en ganar vidas a porrillo y chetar a las criaturas a base de encantamientos que les otorgan mayor fuerza y resistencia además de jugosas habilidades que les conceden ventajas sobre las del contrario. Pues bien, en la noche del jueves, tras salir de clase, salí con Aleisi, Cardo, Oropez y Agoncas a pasar una noche entre colegas con un poco de comida y abundantes partidas de Magic. Lo que aquí voy a relatar tiene lugar en una última partida que echamos entre Agoncas y yo, que empezó como a las dos de la mañana y terminó a las tres y media.
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viernes, 8 de noviembre de 2013
Momentos Bizarros de mi Vida #7: Mi primera exposición en inglés y Moebius capitalista
Lunes 4 de diciembre de 2013. Dia en el que a mí, junto con otros 6 compañeros de mi clase (entre ellos don Néstor) nos tocaba exponer nuestro trabajo sobre Liverpool y el noroeste de Inglaterra en general. Trabajo que yo, al menos (pues no sé con certeza si casi todos lo hicieron así) me preparé entre el viernes anterior y la mañana de ese mismo lunes. Daba la casualidad de que mi madre y su pareja tenían que bajar a Las Palmas por unos asuntos, así que aproveché para que me dejaran en la Biblioteca del Estado para ver el video nuevo de Dross y terminar los pocos cabos sueltos que había que atar en mi parte del trabajo (Gastronomía del Noroeste de Inglaterra, porque de Liverpool precisamente no encontré una mierda).
Hasta aquí todo normal, incluso mi pensamiento de que el trabajo iba a salir fatal al haberlo preparado todos medio a la carrera y en el último día. Me llegó un WhatsApp de una de las compañeras del grupo diciendo que supuestamente habíamos quedado para repasar un poco todo antes de comenzar el trabajo y fui lo mas deprisa que pude, después de comer algo. A primera hora tenía Inglés, pero debido a que se estaba impartiendo una charla (algo de errores comunes de los ingleses hispanoparlantes, no lo recuerdo bien), los que íbamos a exponer decidimos quedarnos y poner a punto el orden y los contenidos de nuestra "ponencia" sobre Liverpool.
Tras pasar las siguientes dos horas de Chino, llegó el gran momento. En el ensayo me había sentido algo inseguro al no poder recordar mi "texto" y tener que mirar mi libreta constantemente para ver qué tenía que decir. Creía que a la hora de la verdad me iba a pasar lo mismo, que iba a ser un fracaso... Pero cual fue mi sorpresa cuando me tocó salir (salí a hablar el tercero) y volví a comprobar una de las cosas que mi profesora de teatro (Mari Carmen Sánchez, a quien recuerdo con mucho cariño) decía: Es normal tener nervios, pero la magia del teatro (en este caso no es el teatro, pero parecido) hace que todo termine saliendo cojonudo. Todos expusimos genialmente, y la gente se lo pasó bien, sobre todo en las partes de Néstor y en la mía propia.
Hasta aquí todo normal, incluso mi pensamiento de que el trabajo iba a salir fatal al haberlo preparado todos medio a la carrera y en el último día. Me llegó un WhatsApp de una de las compañeras del grupo diciendo que supuestamente habíamos quedado para repasar un poco todo antes de comenzar el trabajo y fui lo mas deprisa que pude, después de comer algo. A primera hora tenía Inglés, pero debido a que se estaba impartiendo una charla (algo de errores comunes de los ingleses hispanoparlantes, no lo recuerdo bien), los que íbamos a exponer decidimos quedarnos y poner a punto el orden y los contenidos de nuestra "ponencia" sobre Liverpool.
Tras pasar las siguientes dos horas de Chino, llegó el gran momento. En el ensayo me había sentido algo inseguro al no poder recordar mi "texto" y tener que mirar mi libreta constantemente para ver qué tenía que decir. Creía que a la hora de la verdad me iba a pasar lo mismo, que iba a ser un fracaso... Pero cual fue mi sorpresa cuando me tocó salir (salí a hablar el tercero) y volví a comprobar una de las cosas que mi profesora de teatro (Mari Carmen Sánchez, a quien recuerdo con mucho cariño) decía: Es normal tener nervios, pero la magia del teatro (en este caso no es el teatro, pero parecido) hace que todo termine saliendo cojonudo. Todos expusimos genialmente, y la gente se lo pasó bien, sobre todo en las partes de Néstor y en la mía propia.
El grupo en cuestión (Néstor es el que está posando espalda con espalda conmigo). Si alguien ve esto y tiene problema en salir, notifíquenmelo que los censuro enseguida
Tras acabar la clase y para celebrar lo bien que nos había ido, Néstor y yo dijimos de ir a Moebius, puesto que él quería comprarse un par de tomos de La guerra de a ver quien la tiene más grande (Más conocido como Dragon Ball), un tomo de Thunderbolts de Marvel NOW! y lo que pudiese conseguir. Yo le dije de mirar en otras tiendas (Como Urban Comics o Área 51, puesto que creo que ya saben de mi amor-odio por Moebius), pero al ser la única que vendía Chachoyolatengomasgrandequetú Ball, fuimos allí.
De camino y hablando de frikadas nuestras (no tiene opiniones muy parecidas a las mías en cuanto a cómics se refiere, pero se nota que tiene nivel y sabe de lo que habla, mucho más que el 75 por ciento de fanboys de Batman que hay últimamente suelto por ahí), llegamos a la tienda. Yo, como tenía 5 euros de sobra, me pillé dos cómics de grapa. Néstor tardó algo más, pero finalmente se pillo dos tomos de DragónBál, el ya nombrado tomo de Thunderbolts y uno de los Guardianes de la Galaxia (Serie de Marvel que se ha hecho famosa ahora por su próxima adaptación cinematográfica). La cosa es que, al irnos, como yo tenía menos cosas que pagar, Néstor me cedió el turno. Adivinen mi asombro interno y lo estupefacto que me quedé cuando el viejillo de la tienda dice una cosa como ésta:
"No, él primero. Me gusta cobrarle primero a los que me van a pagar más y, luego, a los que menos"
No sabía como quedarme. En ese momento me lo imaginé con un frac, un sombrero de copa y un bigote blanco, montado en un coche de plata con un taco de billetes en la mano y meando encima de los pobres. ¡Joder, más capitalista y nace con un puto logo de Apple en la frente! O sea, ya no es que me parezca mal que le cobre a Néstor primero cuando él me había cedido la vez (que también me lo parece en cierto modo), sino hacerlo diciendo esa perlita propia del mismísimo George Bush. Posiblemente fuera una broma del hombre, para caer simpático, pero no es la primera vez que me hacen ese tipo de cosas. Además, que son los que año tras año en los salones del manga han ido pisoteando a las demás tiendas, quedándose prácticamente sola o, como mucho, dejando malherida al Desván. En fin, he de aprender que pueden pasarme estas cosas cuando voy allí. No sé de qué me quejo... Ya hablaré de esto en algún vídeo o entrada...
Los números que compré yo: Lobezno y los X-Men (me niego rotundamente a decir "Patrulla") #7 y Los Vengadores Vol. 4 #9 (Claro, por esto sigo yendo ahí de cuando en cuando, por el stock de grapas "viejas")
En fin, muchas gracias por acompañarme en este viajecito a un suceso extraño de mi vida. Mañana habrá radio y espero traerles una entrada especial. ¡Nos vemos!
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