sábado, 18 de julio de 2015

Momentos Bizarros de mi Vida Nº 11: Rey de los Judíos, por favor

Ha pasado mucho tiempo desde que me pasaba algo de éstas características y yo echaba en falta escribir una de éstas entradas. Entonces, ¿qué otra excusa necesito? El mundo necesita de éste tipo de bastardadas para poder contarlas en ésas fiestas de copas a las que nadie gusta de ir, pero todos van para poder conocer a otros seres humanos que comparten su misma decadencia vital. Hoy les voy a contar la armada que he vivido recientemente, a ver qué conclusiones sacan de ella.

9 de Julio de 2015. Mis compañeros peludos Sánchez, Oropez, Viruru y Rodríguez me habían convocado de forma imprevista a las 7 u 8 de la tarde en la lejana playa de Bocabarranco, a tomar por culo del casco de Gáldar. Los que me conocen se extrañarán, pues saben que un servidor no es muy partícipe de ésa supuesta verdad mundial que es que pasar todo el día asándote como un pollo, bañarte en agua salada y coger un rico cáncer de piel es lo más deseable en verano, pero lo cierto es que de cuando en cuando voy si algún grupo de amigos me dice de ir. Llegué y me senté en donde estaban, dispuesto a hacer el pinga. Un rato después, Rodríguez y Sánchez me invitaron a ir al agua de la playa de arena que estaba más allá de nosotros. Como me habían llamado in extremis no tenía bañador, así que fuí al agua en calzoncillos.

Tras atreverme a bañarme en las congeladas aguas de aquella playa dejada de la mano de Dios y ponernos a jugar cuáles niños de párvulos, me di cuenta de que la cantidad de arena que se me estaba acumulando dentro del calzón era grande, pastosa y alarmante como la caca de un recién nacido. ¿Qué hice, entonces? Me quité el calzoncillo y me bañé en bolas. Ya estaba acostumbrado al frío del agua, eran como las 8 y pico de la tarde y no había absolutamente nadie, por lo que no tenía motivo por el que actuar con vergüenza alguna. Al poco rato nos movimos a la piscina de piedra que había justo enfrente de nuestras cosas. Como salí antes de ponerme el calzoncillo y me había llenado los pies de arena, me moví hasta allí desnudo. Allí me mojé los pies durante un momento y salí para recoger mis cosas. Mientras, un hombre pasaba por encima de nosotros con una cerveza barata en la mano.

De repente, empiezo a oír un murmullo por encima de mi cabeza. Poco a poco, empecé a distinguir que era la voz de un hombre que tenía bastantes problemas para vocalizar. Distinguía frases y palabras sueltas, como "si eres hombre, ven y haz lo mismo mañana" o "desnudo". Me había coscado algo del asunto, pero decidí pasar. En ésto que el tío empieza a coger piedras (y no pequeñas, precisamente) y a tirarlas. Ésto no supondría un problema de no ser porque el tipo estaba en una posición mucho más alta que la nuestra, haciendo que las piedras cayeran a una velocidad considerable. Por ello empecé a cabrearme y a gritarle que nos dejara en paz, que se fuera por su camino. El tío no nos dejaba marcharnos, seguía tirándonos piedras, amenazándonos, soltando perogrulladas por la boca. Me puse nervioso no porque me dijera o hiciera nada a mí (no me importa), sino porque mis amigos no debían culpa de nada.

Tras minutos que me parecieron eternos, el tipo se largó. Nos vestimos, respiramos un poco, hicimos un par de bromas y nos fuimos de la playa... O al menos esa era nuestra intención. No se pueden imaginar cuál fue mi cara de sorpresa y mi sentimiento de asco cuando ése hombre, borracho al nivel de no poder hablar con demasiada claridad y tambalearse ligeramente al caminar, estaba conduciendo un coche. Efectivamente, acaban de leer que un borracho estaba CONDUCIENDO UN COCHE. Y no solo eso, sino que llevaba a su mujer al lado y a un niño de no más de 6-8 años detrás. Nosotros tratamos de pasar de él, pero nos vió. Pegó un frenazo, el niño se comió el reposacabezas del asiento del conductor. Empezó a preguntarnos que de dónde éramos cada uno. Mis amigos empezaron a contestarles mientras él salía del coche, navaja en mano. Mientras caminaba hacia mí, me preguntó que de dónde era. ¿Mi respuesta? "A usted qué coño le importa".

Mis amigos estaban pasando miedo (o al menos algunos de ellos). Yo estaba aguantándome las ganas de soltarle un viaje al padre del año. Tras un par de minutos de improperios, de "Éste no es tu barrio", de "Yo a éste lo mato hoy" y de "Encima la tienes chica" (lo que me hace dudar de que éste señor nunca se ha bañado en agua fría y que le hacía bastante falta en ése momento), los dueños del bar que teníamos justo detrás (Aquí y ahora, creo que se llamaba) salieron a ver qué pasaba y a intentar apaciguar al "caballero". Su mujer salió del coche, llorando, rogándole con voz débil: "Rey de los Judíos, por favor" (no desvelaré su nombre, Gáldar está llena de correveidiles y prefiero ahorrarme problemas). Tres personas que nos dijeron que no le hiciéramos caso y que nos marcháramos. Tres personas, mucha más atención de la que se merecía alguien como él.

Cuando viré la cabeza una vez más, la escena que componían tanto el hombre pegando navajazos circulares al aire como aquellas tres personas intentando apaciguarle era, cuánto menos, patética. Pensar que ésa persona estaba poniendo a su familia en peligro sólo porque yo estaba haciendo el pinga (y nunca mejor dicho) sin molestar a nadie... Me da que pensar sobre el tipo de personas que hay sueltas por el mundo. Porque vale, aquella no era una playa nudista, eso lo entiendo. Por eso aproveché que no había nadie para limpiar el bañador y bañarme desnudo. Y si alguno me ve, pues no tengo problema en que me diga "oye, que éso no se puede hacer aquí", explicarle lo sucedido y llegar a un entendimiento. Pero eso de farfullar como un perro, tirar piedras aprovechando una ventaja táctica y luego hacerse el chulito con una picona, todo ésto estando ebrio... Da bastante vergüenza.

Pero bueno, mi vida no sería mi vida si no pasasen éstas aleatoriedades cada poco tiempo. Y quién sabe, quizás pronto tenga más Momentos Bizarros que contar. Hasta entonces, seguiré reflexionando sobre quiénes sómos y cómo a veces involucionamos en vez de evolucionar.

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