Si es usted habitante de Gáldar o Santa María de Guía o no es de allí pero pasa bastante tiempo por esos lares, ésto que le voy a contar no le será desconocido. Hablo ni más ni menos de la manía que tiene cierta parte de la población de éstos lugares (y de todo el mundo, no nos engañemos) de hablar o, mejor dicho, criticar a otras personas a sus espaldas y muchas veces sin conocerles siquiera. Y no sólo eso, sino que los rumores se extienden como una enfermedad venérea sin control de ningún tipo. Parece ser que el boca a boca es un acto tan cotidiano como puede ser comer, dormir o mesarse la barba. Citando al Kuso, gran amigo mío, éste fenómeno se puede resumir en una sola frase: "Si tú te tiras un pedo en la esquina más remota, lo sabrá toda Guía en menos de una hora... Y para colmo te mirarán mal". Ya ésta actitud per sé es más que reprochable y no necesita de mayor profundidad en su análisis. Pero yo hoy quiero hablar largo y tendido de ésto. ¿Por qué? Porque me parece de lo más feo, intrusivo y desconsiderado que una persona puede hacerle a otra.
Primero, porque lo que haga y deje de hacer otra persona no es asunto más que suyo y las otras personas que estén involucradas en ello. Por tanto, ¿a asunto de qué tiene que enterarse todo el maldito barrio? De hecho, éste tipo de personas luego suelen quejarse de que la gente es chismosa y no deja vivir a los demás, a lo que yo digo: Señor o señora, no se queje. Básicamente porque usted es parte de la cadena de miseria y pobreza emocional que supone éste acto. Probablemente también se escude en dichos como "no hagas lo que no quieres que te hagan a tí". Dichos que no sólo pienso que conllevan una represión retroactiva, sino que éstos individuos no cumplen ni a la de tres. No suelo usar ésta palabra muy a menudo, pero eso es hipocresía en estado puro. Lástima que un oficio tan bello como el de ser actor en el teatro de la Antigua Grecia de nombre a uno de los muchos tumores infectos y lleno de pús que pudren éste mundo. A todo ésto, vuelvo a preguntar: ¿Qué les interesa la vida de los demás? ¿La de ustedes está tan vacía que tienen que hacer de la de los demás su telenovela particular? ¿Se sienten tan insignificantes y vacios que tienen la imperiosa necesidad de ejercer ese maligno y corrosivo poder? ¿O es algo que se lleva en los genes? Explíquenme, porque mi tocada pero extrañamente sana cabecita no entiende siquiera el motivo que impulsa a ésta gente a relegarse a ser una cámara con retinas.
Luego, ésta práctica suele hacerle la vida imposible a aquellos sujetos de los que otros se dedican a esparcir los entresijos de su vida. En la mayoría de veces porque éstas personas, ya sea por el efecto teléfono o por su escasa capacidad de comprensión de los hechos, tergiversa los hechos que ha presenciado al contarlo a otras personas. Luego, éstas personas enrevesan aún más los hechos cuando se los cuentan a otras, y así hasta hacer una montaña de un minúsculo grano de arena. Si por algún motivo andan ustedes espesos y no han entendido lo que quiero decir, se lo explico con un ejemplo: imaginen que estoy de fiesta con una persona que es amiga mía y tiene pareja. Al tener cierta confianza, pues ambos nos gastamos bromas y eso. Una de éstas personas ve una de éstas situaciones y empieza a contar que estuvimos muy cariñosos. De ahí, otros dicen que estamos enrollados y así hasta que probablemente el novio de mi amiga se enfade y vaya a plantarme la mosca. ¿Y todo por qué? Porque un entrometido que no tiene ni puta idea habló de lo que ni sabía ni le competía. Y la verdad es que eso es lamentable. Miles y miles de años de evolución y progreso tecnológico, filosófico y social para que nos comportemos como en la maldita Edad Media. Ya nos vale.
Por último, siempre he considerado que hablar y criticar por la espalda es una fealdad nivel Sardina. Quizás sea por mi forma de ser, o por la educación que recibí, o por reflexiones posteriores que me he hecho ya siendo adulto, pero mi lógica es que si tengo un problema, lo hablo con aquél que lo tiene conmigo, no guiarme por lo que puedan decir otras bocas. Aunque tengan la mejor intención del mundo (que se lo agradezco de ser así), prefiero no "fiarme" de terceras personas e ir directo al grano. Ya si la otra persona quiere hablar o no queda a su elección, pero no será por no haberlo intentado. Una cosa que he aprendido en la vida es que hablando se entiende la gente, y que no hay nada como sentarse a dialogar para que fluyan las buenas vibraciones. Y nada voy a solucionar hablándolo con otros. Y dios me libre de recurrir a algo tan rastrero como difamar a alguien a través de habladurías. Dios me libre siquiera de malgastar un segundo de mi vida haciendo el mal a nadie, aunque piense que se lo merezca. La vida no es un maldito libro de Canción de Hielo y Fuego, a ver si queda claro. Guardemos los puñales y ofrezcamos la mano. Tiremos el veneno y ofrezcamos agua pura y cristalina.
Poco más puedo añadir al respecto. Sólo puedo aconsejar a mis lectores que tengan cuidado con las gente de la que se rodea, pues el menos sospechado podría estar filtrando información como si fuera aquello un Wikileaks edición Noroeste. Lo digo porque lo he vivido y recientemente. No digo que no hablen con éste tipo de personas, no siempre tienen por qué ser unos monstruos sin alma, pero si es preciso tener cuidado y pararles los pies si se están pasando de la raya. Y huye si te dice que tiene familia en el ayuntamiento. Bueno, ahora en serio. Dejémonos de palabras traperas, ¿vale? Demostremos que somos mejores que eso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario