Vivimos actualmente en una era donde la inmensa mayoría de los que habitamos éste planeta (si bien no somos todos los habitantes en peso por los motivos que sean) estamos interconectados gracias a Internet. Hoy podemos hablar fácilmente con cualquier persona que viva a miles y miles de kilómetros de aquí con sólo sacar nuestro teléfono, buscar su contacto y mandarle un mensaje. También tenemos sitios en la red que, a la par que comunicarnos con el mundo, ejercen distintas tareas: Facebook nos permite compartir nuestros álbumes de fotos con todos nuestros amigos, Twitter permite hacer lo que yo hago ahora mismo (bloggear) pero de una forma mucho más compacta y rápida, Telegram permite comunicarnos con cualquiera de nuestros contactos desde cualquier dispositivo electrónico cómodamente (móvil, táblet, ordenador...), y así podemos continuar aeternum. Hoy vengo a hablarles de uno de éstos sitios en concreto. Uno que, a diferencia de los ya nombrados (decepción continua, ya no es lo que era y la mejor opción respectivamente), le tengo un asco inenarrable desde que conozco de su existencia. Me he reído de ella innumerables veces y pienso seguir haciéndolo por los siglos de los siglos. Hablo de la red social hipster por excelencia. Hablo, cómo no, de Instagram.
El logo de Instagram es una mezcla entre una Polaroid y una Instamatic de Kodak. Empezando el hipsterío desde el vamos. |
Nace de la mano de los programadores Kevin Systrom y Mike Krieger en San Francisco (California, EE.UU), que sacan la aplicación al mercado el 10 de Octubre de 2010. El concepto tiene tal éxito que poco más de dos meses después alcanza una comunidad activa de un millón de personas. En Julio de 2012, meses después de la compra de ésta aplicación por parte de Facebook (1.000 millones de dólares, casi nada) tiene una comunidad de 80 millones de personas y pasan a ser 150 en Septiembre de 2013. Según los datos proporcionados por varias páginas web, a finales de 2014 tenían nada menos de 300 millones de usuarios. Y creciendo. Y es ahí donde surge la pregunta: "¿Qué es lo que hace tan famosa y especial a Instagram?". Es muy simple: ésta red permite compartir fotos en un formato de 4:3 junto a un comentario debajo de ésta cómo si de una foto tomada con una Polaroid se tratase y, además, te permite aplicar filtros a las fotos para que queden más "cool". A eso hemos de sumarle que cada vez más famosos usan ésta plataforma para subir sus fotos y vídeos para darse publicidad y estar en continuo contacto con sus fans (incluso Dross tiene cuenta ahí, imagínense) y tenemos una mezcla de popularidad perfecta. Ah, y se me olvidaba decir que puedes compartir las fotos subidas por aquí en Facebook, Twitter, Tumblr y Flickr, entre otras redes sociales.
Como bien dije al principio de ésta entrada, nunca he soportado ésta red. La idea de cómo es usada por el 75 u 80 por ciento de sus usuarios (hacerles fotos a su <inserte comida o bebida hipster aquí>, meterle cuatro filtros, diez mil hashtags y publicarla con todo el mundo esperando que la gente les lama el culo) me repugnaba desde el principio y nunca tuve la intención de meterme allí. Sin embargo, yo conocí a una niña de la que no he hablado abiertamente aquí y que desde ahora procederé a llamar Miércoles (por ser de pelo negro largo, piel extremadamente blanca y de que, a pesar de que parezca casi una mujer, es una niña con serios problemas de toda índole). Yo quería mucho a esa niña, a pesar de todo. Me dijo que tenía una cuenta de Instagram donde publicaba escritos de cuando en cuando y claro, Instagram es de ese tipo de mierda elitista en la que tienes que registrarte para poder ver lo que hay dentro. Por tanto, comencé a usar ésta red, a darle una oportunidad para ver qué me podía deparar y qué utilidades podía tener. El experimento fracasó considerablemente, por lo que me limité a subir mierdas y fotos de coña para que se mandaran instantáneamente a Facebook y Twitter y, una vez Miércoles sufrió el trabe definitivo y me echó de su vida, procedí a borrar mi cuenta. Y fue lo mejor que hice después de ver toda la hipocresía y la falsedad que encierra ésta red social, mucho más que ninguna otra que el ser humano haya conocido (y mira que eso es difícil).
Una foto típica del sitio. Interesante, ¿eh? Tanto como ver secarse la pintura. |
Tengo muchos motivos que trascienden el simple despecho para repudiar a Instagram. El primero y principal de los motivos ya se ha dicho, que es la superficialidad y el juego de máscaras continuo que se mueve en ésa página. Es, por explicarlo de alguna forma, el equivalente a esas dos mujeres que se encuentran y se dedican a alabarse unas a otras y que según se dan la espalda están despellejándose mutuamente. Otro es el hecho de que está diseñado para propiciar ésto, y podemos verlo en cosas como que si comentas en una foto no se te notifica de posteriores comentarios a menos que se te nombre en ellos, la imposibilidad de descargar los contenidos posteados (ya sean tuyas o de cualquier otro) y que no hay siquiera una opción de chat. ¿Qué quiere decir ésto? Que ésta red pone a cada usuario en una situación en la que son como famosos que comparten sus cosas y que se creen más arriba del pueblo llano, que impide a éstos usar sus "obras" con o sin su permiso (en la línea de gente como Alejandro Sanz o Taylor Swift, mira tú por dónde) y del que sólo quiere sus alabanzas y sus "me gustas" para alimentar su empobrecido ego al darles mierda envuelta en filtros bonitos. No obstante, también nos pone en el papel de acosadores, al poder ver (y mucho más explicitamente que en FaceBook) a qué cosas le dan "me gusta" aquellos a los que seguimos. Vamos, ésta maldita aplicación es el equivalente informático de la prensa del corazón.
El otro motivo principal que tengo es el diseño y la funcionalidad. No sé cómo describirlo de una manera precisa, pero voy a intentarlo. Ésta red es cómo los hipsters: parece que se ven bonitos y diferentes por fuera, pero de nada que compartes unas palabras con ellos ves que ni son tan distintos, ni tan bonitos y, a la postre, no funcionan demasiado bien. Intentan aparentar ser más de lo que son, parece que saben más de todo pero es pura fachada y a la mínima se quedan locos, tratando de buscar la mejor forma de quedar bien (cosa que nunca consiguen). En mi breve experiencia allí dentro, mi móvil llegó a trabarse de mil y una forma diferentes, todas ellas por culpa de la aplicación. Algunas veces no podía acceder a todas las características de la red porque a la app no le salía de los bytes. Es una de las redes que no sólo ha sufrido lo que yo llamo el Efecto Facebook o Efecto 2010 (trataré de explicarlo en otra entrada, pero básicamente es una hipsterización del diseño que dificulta las cosas más que facilitarlas), sino que se enorgullece de ello y prácticamente lo hace suyo. Como peludo que soy, soy de aquellos que está en contra de lo que muchos llaman "el triunfo del estilo sobre la sustancia" y ésta red es un claro ejemplo de ello. Quiero funcionalidad, no florituras baratas. Y éste problema no es único de Instagram, pero es el que me toca más las bolas debido a su popularidad y sobrevaloración por parte de las masas actuales.
Sí, así es. La odié antes, la odié durante y la odio después de haber estado ahí dentro. Podría resumir todo lo dicho en ésta entrada en lo siguiente: Basura hipster mal programada. Si hay alguno entre mis lectores asiduos que esté pensando en hacerse una cuenta, le aviso desde ya que perderás menos el tiempo tocándote una paja (o haciéndote un dedo) mientras lloras enfrente del espejo al contemplar lo triste que es la vida. Es patético, pero al menos no lo será tanto como todo lo que hallarás ahí dentro y, además, será mucho más sincero. Ahora que me paro a pensar, entiendo por qué Miércoles está allí dentro. Allí tiene toda la admiración (falsa, por supuesto) y amistades (¿hace falta que ponga otro paréntesis aclaratorio?) que fuera no tendrá porque ella misma se encarga de minarlos. Y yo no estoy ahí por todo lo contrario. No pretendas encerrar a Forelli en ese mundo. No sólo se reirá de tí desde dentro, sino que te apalizará por fuera. Que me haya vuelto más pacífico no quiere decir que no me cague en la puta madre de quien se lo merezca. Y tú, Instagram, te mereces una gran cagada en la boca.
PD: Para esos pocos acólitos de Miércoles, les comento que me la suda enormemente que estén aquí para correr y chivarse. A ella se la sudará mares y a mí también. Mío es el dicho de "Quien se pica, ajos come" y es por ello que si ustedes por un casual se han escandalizado es porque no he dicho otra cosa que no sea la verdad. Nunca me he callado por gente como ustedes y no voy a comenzar ahora.
No hay comentarios:
Publicar un comentario