Si
estás leyendo esto, supongo que sabrás que es para ti. No voy a dar tu nombre o
pistas que puedan indicar tu identidad en ningún momento, pues siempre te
quejaste de que te nombraba y hacía bullying por las redes sociales. No es así
por mucho que tú lo veas de esa forma, pero prefiero ser cauto y no darte pie a
que te quejes. Con este punto aclarado desde el vamos, empezamos.
Ha pasado mucho tiempo desde la
última vez que te vi. Entonces éramos felices, nos teníamos el uno al otro.
Éramos más inmaduros y teníamos discusiones tontas, pero teníamos esa magia que
nos hacía sumergirnos en el dulce chocolate de nuestras miradas, teníamos ese
amor que nos motivaba a salir a pasear juntos por las calles de aquella gran
ciudad y teníamos ese sentimiento que nos hizo estallar en lágrimas la última
vez que jamás te vi. ¿Y qué hay del ahora? ¿Por qué ya no existe ese
sentimiento? Ambos sabemos lo que pasó, a pesar de que tú sólo cuentes lo que
te interesa y yo cuente lo que de verdad sucedió. No obstante, ésta carta no es
para echarte culpas ni nada por el estilo. Sólo quiero que veas que, por ello,
lo que pudo ser lo más bonito de nuestras vidas se quedó en una fugaz chispa de
esperanza que murió cuando se levantaron los vientos.
Desde entonces, por A o por B, nos
hemos visto llamados el uno al otro por las circunstancias más dispares.
Intentos que al principio habían salido de puta madre pero que con el tiempo
fueron deteriorándose y terminaron en tragedia. Tú dirías que es porque te
agobio, yo diría que es porque no te molestas en entenderme… Sea como sea, los
hechos hablan por sí solos. Tres veces hemos intentado volver a tener contacto
y tres veces hemos fallado. ¿Merecemos la pena el uno del otro o somos una
vieja historia a la que deberíamos pasar página completamente? Muchas veces he
estado seguro de lo segundo… Pero ahora no. Mi razón me aconseja alejarme de ti,
pero mi corazón te echa de menos. ¿Es porque de verdad hay algo en ti que
merece la pena o es simple nostalgia? Siempre he sido un negado para estos
asuntos.
El caso es que, a pesar de todo,
sigues estando presente en mí. Eres la primera persona que pasa por mi vida
(usaría la palabra “mujer”, pero no creo que sea adecuado) y deja huella de esa
forma. Tú me dices que yo he significado algo para ti y que, de hecho, aún me
quieres… Pero ya no estoy seguro de ello. No sé siquiera si todas las cosas que
me contaste alguna vez son ciertas, si hubo más gente antes que yo o no. No soy
persona de afirmar las cosas sin saberlas y no te lo voy a preguntar, por lo
que eso queda en tu conciencia. A lo que quiero llegar es a lo siguiente: si de
verdad me quieres… ¿Por qué no te has molestado en entender mi forma de ser?
¿Por qué no eres capaz de hablar las cosas conmigo si sabes que me hace mucho
daño cuando no las dices? Y sobre todo, ¿por qué cuando por fin hablamos te
pones a la defensiva sin motivo ninguno?
La última vez que hablamos, creí que
las cosas serían distintas. Que por fin tendríamos una buena relación, que por
fin habíamos aceptado lo que había y que íbamos a dejar fluir el tiempo. ¿Por
qué no fue así? No lo sé. Quizás algo que te dije te sentó mal. Quizás el hecho
de que haya seguido con mi vida no era lo que te esperabas. Quizás es que la
idiosincrasia de cada uno hace que las relaciones con el otro choquen. Quizás
pequé de confiarte demasiado. Ahora no estoy seguro de si alguna vez lo sabré.
Sólo espero que, pase lo que pase, hayas cambiado de verdad y que todo lo que
me dijiste no fuera una simple tapadera para volver a lo mismo de siempre. Me
sentiría bastante mal si todo hubiese sido una gran mentira orquestada para
hacerme daño. Pero no es así… ¿Verdad?
Bueno, a pesar de lo que tú pienses,
no te voy a decir qué tienes que hacer con tu vida (aunque cierto es que
diferenciar entre la preocupación y el mandato te ahorraría unos cuantos
disgustos). Si has leído esto, no espero ni que te pongas en contacto conmigo
ni que me vuelvas a querer ni nada. Sólo espero haberte hecho reflexionar sobre
éste asunto. Puede que la cosa hubiese salido mejor con más comprensión mutua,
más comunicación y más sinceridad por ambas partes. Ahora es algo que sólo el
tiempo dirá. ¿Tenemos futuro o somos agua pasada? ¿Eres mi Lois Lane o estamos
condenados a ser como DareDevil y Elektra Natchios? ¿Arde en nosotros la llama del
amor o la pasión nos ha quemado? En el aire queda.
Espero que, mientras tanto,
disfrutes tanto de tu vida como yo estoy disfrutando de la mía.
Con el cariño que me queda para tí,
“El novio que todas quisieran
tener”
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