El tiempo vuela más que corre y han pasado ya cuatro años. Parece mentira que Mayo del 2011 quede ahora tan lejos. No sé qué estarían haciendo ustedes por aquél entonces, pero yo estaba terminando la ESO y ahora estoy acabando el segundo año de carrera. Sin embargo, no vengo a hablarles de tiempos pretéritos, sino de algo que tienen en común el 2011 y el 2015. ¿Ser ambos años pertenecientes a la década de los 2010? No. ¿Qué ambos están resultando dejar huella en mi vida? Tampoco. Lo que hacen semejantes a ambas fechas es que las calles se llenan de cartelitos de mierda con cientos de caras que intentan ser diferentes pero terminan siendo la misma mierda, encerrando la misma hipocresía, emitiendo el mismo mensaje burdo y desleal. Hablo, efectivamente, de que tanto en una fecha como en otra transcurrieron Elecciones Autonómicas en éste, nuestro país.
Para los posibles lectores que puedan proceder de distintas partes del mundo, les explico cómo va el asunto de forma breve y concisa: cada cuatro años todos los municipios, provincias y autonomías deciden cuál será el partido político que se descojone en sus caras y se dedique a vivir a costa de los impuestos de los contribuyentes durante otros cuatro años. Y para publicitarse en aras de que el pueblo llano les dé ese sobresueldo con el que tanto sueñan los politicuchos de turno que no pueden (ni quieren en muchos casos) aspirar a más, cada partido prepara cientos y cientos de carteles con las caras y los nombres de sus cabezas de lista y los pegan en guaguas, vallas publicitarias, tablones de anuncios, farolas y todo tipo de mobiliario urbano que sus cabezas puedan concebir. No hablemos ya de lo que piense de la política ni de las ideologías de cada cual. ¿Nadie se ha parado a pensar en la contaminación visual que ésta práctica supone? Es prácticamente imposible pasear por la calle sin encontrarte la cara de al menos dos o tres candidatos, muchas veces del mismo partido político. Y lo peor es que da igual de qué color sea el cartel, todos son iguales: trajeados, mirada al frente, una falsa sonrisa enseñando los dientes... Todo para bombardear los subconscientes de la gente con las imágenes de éstos advenedizos con la intención de rebañar el voto del colectivo. Y la verdad... Uno está cansado ya.
Cansado de que miles de árboles tengan que morir para que éstos individuos e individuas alimenten de atención su necesitado ego poniendo sus caras hasta en las tapas de las alcantarillas. Cansado de que las calles parezcan un producto de las pesadillas de una persona acosada o de las páginas de la famosa novela de George Orwell 1984. Cansado de que al final todo ese dinero público gastado, ese papel derrochado y esos medios consumidos sean tirados por la borda según finaliza el escrutinio y se sabe quién es el partido ganador (o partidos, ya que los partidos también pueden hacer pactos y lamerse el culo mutuamente para llegar al poder. ¿Y lo que eligió la mayoría? Mira por dónde, la democracia se pasa su principio básico por los huevos). ¿Saben por qué? Porque al final de todo, votemos lo que votemos, da igual el que gane, pues todos nosotros, el pueblo, perdemos. Perdemos dinero, perdemos tiempo y perdemos la esperanza. Y ése es el objetivo del sistema realmente, que perdamos ésas tres cosas tan valiosas que hacen de nuestra vida la cosa más bonita del mundo en favor de sus beneficios. Pero ese es tema de otra entrada.
Resumiendo en pocas palabras: contaminación, hipocresía y deslealtad. ¿No son acaso suficiente motivo para detestar las campañas electorales? Para mi sí, aunque no son los únicos. Y ojalá todos los papeles y cartones gastados se los metan todos los partidos políticos por el culo sin aviso y sin su consentimiento una vez acaben las elecciones para que sientan lo que hemos sentido nosotros este último mes y aprendan lo que es la empatía. ¿Que tienes un desgarro? TE JODES. Así aprendes a no joder con los subconscientes de la gente. Gánense a la gente con hechos y no con sugestiones, cobardes mentecatos. Además, ¿para qué están las nuevas tecnologías? Si es que además son unos jodidos retrógrados... En fin, que en su conciencia queda, pero yo voy a seguir cagándome en sus putas madres hasta que Joshy Pig y el resto de cerdos del mundo vuelen.
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