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lunes, 9 de junio de 2014

Forelli Analiza Nº 4: X-Men: Días del Futuro Pasado

Como fanático del cómic, el boom del género superheróico en el séptimo arte es para mí motivo de alegría y desdicha por igual. Cierto es que nos permite a los más fans de los cómics disfrutar de una versión distinta de nuestros personajes y, además, en movimiento, cosa que las historietas nunca podrán ofrecernos. Sin embargo, ésto puede convertirse en una desventaja muy grande en manos de directores sin talento, actores sin pasión interpretativa y productoras sin conocimiento del producto. Otra arma de doble filo de éste tipo de películas es la popularidad que éstas llegan a alcanzar. Por una parte, descubre grandes personajes e historias a un público más general y que, de no ser por la visualización de éstos filmes, pensaría que los cómics son para niños. Por otra, si no se lleva adecuadamente, el espectador puede llevarse una imagen equivocada del personaje y/o cómics que protagoniza. Y además sumémosle el gafapasterío que existe a día de hoy, que ahora todo aquél que vea una película de ésta índole cree que sabe más que nadie sobre superhéroes (Como apunte personal y si quieres dejarlos en ridículo, puedes decir cosas como que Superman puede ser dañado mediante magia, que Cíclope es de Alaska, la Bestia es de Illinois, Sinestro es capaz de duplicar un anillo por su cuenta , que el Profesor Xavier antes de que se le cayera el pelo de joven era rubio y que el Capitán América tiene ascendencia irlandesa. Si necesitan más datos rebuscados para este tipo de personajes, denme un toque).

Hoy vengo a hablar de la saga de películas que supuso el inicio de esta era. En el año 2000, la Fox estrena X-Men, dirigida por Bryan Singer y que disfrutó de una buena recepción por parte de crítica y público. Aunque tirara por esa moda que impuso The Matrix por aquella época de vestirse todos de cuero negro, era una película entretenida y fiel dentro de lo posible (no se puede ser igual que el cómic porque si no, el público general no va a verla). En el año 2003 el mismo director ampliaría la historia con X-Men 2, secuela que elevó el nivel con respecto a la primera y presentó a nuevos mutantes como Rondador Nocturno. En 2006, otro director cogería la batuta para X-Men: La Decisión Final, que fue un bajón total con respecto a las anteriores. Fox intentó rescatar la franquicia mutante con X-Men Orígenes: Lobezno, que resultó ser un filme infumable y que no merece mayor mención aquí. En 2011, sin embargo, aparecería X-Men: Primera Generación, una película que, a modo de precuela, recoge de nuevo la esencia que éstas películas habían perdido. Y tres años después, a modo de secuela y uniendo ésta trilogía del pasado con la anterior, aparece la película que aquí nos trae, con Bryan Singer de vuelta al mando.