miércoles, 27 de abril de 2016

Carta abierta

Ésto que ven aquí es un ejercicio que estoy probando en pos de mejorar por completo mi estado mental tras los sucesos que han estado ocurriendo en mi vida durante los últimos meses. Para aquell@s que puedan temer que desvele datos o use cualquier cosa para atacar a nadie (y lo digo especialmente porque hay una persona en concreto que se dedicó durante un tiempo a vigilar todo lo que ponía para ir corriendo a contárselo a otra sin entender en ningún momento lo que me estaban haciendo pasar, algunos saben quién es, incluido ella misma): No se preocupen, no lo haré. Así pueden seguir con su vida sin estar jodiendo la mía. Lo que hagan con lo aquí escrito me importa bien poco. Si se quieren dar por aludidas algunas personas, bien. Si quieren ignorarlo, también. Yo tengo la conciencia tranquila y no van a intimidarme más.
Digamos que la situación que me trae a escribir ésto se ha repetido varias veces en los últimos cinco años. Con variantes, sucesos distintos y, en ocasiones, con consecuencias diferentes, pero se lleva repitiendo bastante tiempo. Toda mi adolescencia y temprana adultez se han visto marcadas por sucesos de este tipo. ¿Y saben? Estoy cansado. Con ésto quiero decir que la culpa es tanto mía como de las otras personas implicadas. La sociedad (y sobre todo el sexo femenino) parecen no ser capaces de entender las vicisitudes de uno y prefieren chocar antes que prevenir el accidente. Prefieren disparar antes que preguntar. No quiero insinuar que yo soy completamente inocente, pues yo también hice ciertas cosas, algunas peores que otras, pero siempre han sido llegado a un punto límite que me hacían traspasar con sus actitudes.
Sin embargo, la mayoría de esos casos están totalmente superados y están donde deben estar: en el pasado. Vengo a reflexionar sobre los hechos más recientes, aquellos que me tuvieron apartado del mundo no hace tanto tiempo y cuyas consecuencias se hacen notar en el ambiente a día de hoy. Heridas que, a pesar de estar casi cerradas, aún duelen. Quizás no por parte de ellas, pero sí por la mía. Ha pasado tiempo y creo que ha de pasar mucho más antes de que ambos podamos llegar a un punto de normalidad (al menos en cuanto a relación interpersonal se refiere, el resto no es asunto mío). Yo por mi parte estoy dividido en varias partes, lo que no facilita las cosas en absoluto: una parte de mí le odia por todo lo que ha pasado y cómo lo he pasado, por todo ese daño psicológico que terminó materializándose en mi cuerpo físico y casi me saca de la carrera; otra le quiere aún, ya sea porque una parte de mí aún le tiene idealizada o porque mis sentimientos son tan fuertes que tardan en marcharse y, en medio, están las partes de "es mi amiga" y "no me importa". Todo ésto aderezado con pesadillas de todo tipo con ella de protagonista que, a pesar de no ser ya tan recurrentes, siguen ahí y por el hecho de que apareces allá donde mire por detalles bastante rebuscados (incluso en mis lecturas personales).
Para mí me parece raro que en una amistad en la que los llamados "amigos" se ven a diario y no se dicen ni una palabra es, cuanto menos, extraña. Es decir, si no quisiera serlo no me molestaría en absoluto, pero ha dicho que lo es y no lo parece. Además de que parece no ser del todo consciente del daño ocasionado a mi persona, anteriormente mencionado en esta epístola. Hay quien me ha dicho que debo ser yo quien dé el primer paso, pero no lo he hecho por varios factores, a saber: la última vez que dí el paso con esa(s) persona(s) llegó a acusárseme de acoso, por lo que paso de volver a darles motivos; no tengo intención ninguna de mendigar ni una atención ni una amistad que probablemente no se me quieren dar y, por último, no estoy completamente seguro ni de que lo merezcan ni de si mi cuerpo y mi mente serían capaces de soportar la tensión. Si quiere venir, que venga, pero paso de estar con mariqueras. Sólo quiero que tenga en cuenta que el día que por fin hablamos, me callé varias cosas en las que no tenían del todo la razón sólo por estar en paz con ellas y por no buscarle problemas a gente que estaba allí para ayudar. Quizás pequé de callarme las cosas, pero lo hice por ellas. Creo que de ser la persona que creen que soy, no lo habría hecho.
En última instancia, sólo quería hablar sobre la falsedad de alguien que tuvo mi ayuda cuando vi que estaba en un serio apuro emocional y me lo devolvió en forma de ignorancia y falta de tacto cuando estaba en una situación similar. Una persona que bromeaba conmigo y que ahora hace un hincapié gigante en ignorarme a la par que (hasta hace un tiempo) no hacía mas que vigilar todo lo que ponía en las redes por el malestar que ella(s) me causaron. A ella le digo que lo suyo es peor que lo que pueden hacer algunas de las personas más rastreras de mi municipio (y eso es ya estar a otro nivel) y que se haga mirar tanto su memoria histórica como su nula capacidad de empatía. Me importa un carajo que no se arrepienta de nada de lo que me hizo y crea que no cometió error alguno (eso queda a cargo de su conciencia), pero que se quedará sola de no cambiar eso.
Creo que no tengo nada más que añadir. Hagan con estos datos lo que les plazca.

domingo, 17 de abril de 2016

La autobiografía de Forelli, Capítulo I: Forelli Secret Origins

El tiempo pasa bastante rápido. Y aunque suene a inicio más que trillado, es uno de los motivos que me llevan a escribirles estas líneas que están leyendo ahora mismo. Durante estos últimos meses, en un lento pero fructífero proceso de recuperación de duras heridas emocionales, he podido sentarme a reflexionar bastantes veces. En una de éstas, me di cuenta de que mi identidad de Forelli nació hace ya un lustro. Sí, cinco años. Se dice pronto. Y en ese tiempo han sucedido muchas cosas, si bien no ha sido todo el camino un paseo por Las Canteras. Es por eso que me gustaría reflejar aquí qué he vivido y cómo he vivido esta etapa de mi vida, en homenaje a estos cinco años. Antes de comenzar, quisiera abrir con otra cita, esta vez salida de la boca del famoso revolucionario francés Maximilien Robespierre: 

La muerte es el comienzo de la inmortalidad.

Dicho esto, pónganse cómodos, sírvanse un vasito de agua y un picoteo, porque aquí empieza la autobiografía de Marco Antonio Di Forelli, más conocido como... Forelli.

Nací como Marcos Suárez Hernández el 6 de Agosto de 1995 en Las Palmas de Gran Canaria, de padre palmense y de madre satauteña. Tengo Síndrome de Asperger (necesitaría una entrada sólo para explicarlo, busquen en Google). Viví los primeros cinco años de mi vida en una pequeña casa de Almatriche, una localidad situada casi en el extrarradio del municipio. No recuerdo gran cosa de esa etapa más que por vídeos antiguos, fotos que aún conservo en mi actual residencia y anécdotas que me cuenta mi familia de cuando en cuando. A mis seis años, mis padres se separaron y me fui a vivir con mi madre al casco histórico de Gáldar por motivos laborales. Eso supuso para mí abandonar mi antiguo colegio, el CEIP El Boliche (y a los amigos que allí hiciese y a los que no recuerdo en absoluto, llevo sin verlos como 15 años o más), y embarcarme en el Maestro Manuel Cruz Saavedra, centro de estudios de Primaria situado en El Barrial, Gáldar, para cursar toda la EGB. Años después, estando a punto de terminar dicho ciclo de estudios, nos mudamos a mi actual residencia, a pocos minutos caminando tanto del colegio como de mi posterior instituto, el IES Roque Amagro. En 2007, ingresé allí para cursar la ESO con 12 añitos.

De ésta época se pueden destacar varias cosas. Una de ellas es que me pasé todo ese tiempo como una pelota de ping-pong entre mis padres, quienes no se tenían aprecio alguno por entonces. Otra es que por mi condición de Asperger mi etapa en el colegio fue bastante dura. Tenía algunos amigos, pero los problemas de "conducta" eran el pan de cada día. A eso añadamos que mi padre, a pesar de ir de chachi, jamás me entendió ni supo tratar conmigo, que mi madre no podía con su alma al tener que cuidarme prácticamente ella sola y que la gente neurotípica en general suele dar por culo cuando algo escapa a su comprensión. El terreno estaba, pues, completamente allanado para que el suceso que cambiara mi vida tuviera lugar. Yo tenía una compañera de clase cuyo nombre no mencionaré para evitar problemas legales pero que los más veteranos del sitio conocerán muy bien. En efecto, hablo de Joshy Pig. Siempre estuvimos juntos en clase durante toda la Primaria y durante buena parte de la Secundaria, motivo por el que me "enamoraría" de ella. A pesar de que ahora sé que no era lo que yo definiría amor sincero y absoluto, era lo más cercano que podía sentir siendo un pingajo de 14 o 15 años.

La historia tiene una longitud considerable y he olvidado muchos detalles con el tiempo (además de no poder mencionar otros por posibles represalias), por lo que me limitaré a relatar lo básico: Al darme cuenta de mis sentimientos, aproveché su cumpleaños para invitarle a dar una vuelta por ahí los dos solo e ir al cine. Yo me lo pasé bien, pero ella no, por motivos que ahora mismo no recuerdo. Eso fue llevando poco a poco a una tensión entre ambos que terminó estallando al escapárseme unas palabras frente a una profesora de Lengua. El declive continuaría durante meses hasta que, en un afán de llevar nuestra relación a un punto más estable, ella me dijo que me haría ciertas cosas que no mencionaré por no ser un tema que convenga airear (pero sé que ustedes son inteligentes y se imaginan de qué estoy hablando). Yo, ilusionado, continué albergando esperanzas en ella. Esperanzas que aplastó tiempo después, al aburrirse. Mantendría una relación de un mes junto a otra persona a la que le gustaba mucho por el simple hecho de acercarme a Joshy Pig, algo que a día de hoy me parece algo totalmente despreciable. Al llevar ya un mes con esta persona, la infame me propondría probar a salir juntos "para ver si le nacía algún sentimiento por mí". Tonto de mí, acepté. Habíamos acordado que yo hablaría con mi "novia" para decirle lo que había, pero pasa y resulta que la muy botarate de Joshy Pig le dijo en el peor momento posible "Mira, que tu novio te va a dejar para irse conmigo". Después tuvimos esa "relación" que duró solo dos semanas y que posteriormente llegó a mis oídos que fue "por pena" (palabras textuales de ella). Me dejó en el momento menos oportuno, la noche antes de realizar un viaje juntos a Los Pirineos. Todo fue cuesta abajo y sin frenos después de eso. Me cambié de instituto por ella, dejó de hablarme, hice cosas de las que no estoy orgulloso y las cosas terminaron saliéndose de madre lo que no está escrito. Llegó un punto en el que unos amigos y yo hicimos una trastada que aún a día de hoy todo el mundo recuerda. A raíz de ese suceso no me hablo con mi padre desde entonces, me fugué de casa un par de veces, llegué a tener que declarar ante la Fiscal de Menores y estuve unas tres semanas de baja médica hasta que volví al Roque de nuevo para acabar el Bachillerato, entre otros muchos sucesos que llegaron a poner en peligro mi sanidad mental y mi vida.

A raíz de todo ese dolor, sufrimiento y desesperación me convertí en una persona completamente diferente. Mi forma de ver el mundo cambió radicalmente. El niño que una vez fui se marchó para dar paso al adolescente en estado puro. Mi mente, que casi sucumbe ante la locura más negra, resurgió de sus cenizas. Aunque no fui consciente en su momento y el nombre no había sido creado aún, en ese momento Marcos Suárez Hernández había muerto y Marco Antonio Di Forelli había nacido.

En el próximo capítulo entraremos más en detalle y se contarán cosas más interesantes como la creación del nombre y del blog, cómo conocí a la Comunidad Blogger y mucho más.

Capítulo II: Forelli Año Uno (Aún no disponible)

martes, 5 de abril de 2016

11 haikus nocturnos

Ojos marrones,
cabello de azabache.
Es la perfección.

¡Ah, me deslumbras!
Las perlas de tu boca
queman ya mi alma.

Oscuros libros
de traición y matanza
me guiaron a tí.

Me haces sufrir
sin saberlo siquiera,
como un veneno.

Tanto trabajar
no te deja respirar.
¿Vas a denunciar?

Negros látigos
despellejan mi mente.
Inquisidoras.

Con la mirada
a veces te desnudo.
¡Blanca perdición!

Mojo los dedos
en tu profunda selva.
Olor de dioses.

Quiero saborear
tus más profundas mieles
hasta saciarme.

Lengua con labios,
nuestra mente se aclara.
Moja la barba.

Amor y odio,
ambas por tí yo siento.
¡Qué contradicción!

lunes, 4 de abril de 2016

Pienso en tí

Me levanto de la cama,
me detengo a sus pies.
Entonces, miro al espejo.
Y entonces, pienso en tí.

Me siento en la guagua,
miro hacia el horizonte.
Entonces, me duele el pecho.
Y entonces, pienso en tí.

Llego a nuestra clase,
feliz te veo sonreír.
Entonces, me duele el alma.
Y entonces, pienso en tí.

Llega el final del día,
me acuesto en mi cama.
Entonces, lloro de culpa.
Y entonces, pienso en tí.

Te amo, te odio.
Te deseo, te repudio.
Te añoro, te olvido...
Pero pienso, pienso en tí.

Me levanto de la cama,
me detengo a sus pies.
Entonces, miro al espejo
Y entonces...