El amor, ese conjunto de sentimientos y reacciones químicas que ocurren en nuestros cerebros y hacen que veamos a un simple mortal como la luz que ilumina nuestros caminos. Cada persona ve ésto como un concepto totalmente diferente: Unos, siguiendo los nefastos ejemplos de Cómo Conocí A Vuestra Madre, creen que es indispensable para vivir o que es una mariconada; otros lo ven como si fueran Gustavo Adolfo Bécquer y se pasan la vida persiguiendo a una persona determinada con todas sus fuerzas sin saber que éso les aleja más y más. Hay muchos ejemplos, y no tengo tiempo ni ganas de enumerarlos todos. ¿Que si estoy aquí para dar lecciones de lo que es el amor para mí y que todos tienen que seguir mi estela? Nada más lejos de la realidad. Algún día hablaré largo y tendido de mi visión actual del amor, pero hoy quiero centrarme en otro asunto...
Resulta que hay gente buena en el mundo. Sí, en serio. Sé que suena bastante raro y que cada vez tiene más éxito entre la gente ver a la humanidad como una panda de ratas asquerosas que no dudarían en apuñalar a su abuela con tal de conseguir lo que desean, pero aún hay personas buenas. El corazón, ése hijo de perra que muchas veces manda más en nosotros que nuestro propio cerebro, hace que éstas buenas personas terminen con gente que, por decirlo de la manera más suave posible, no es tan buena como ellas. De hecho, son unos considerables cabrones. ¿Cómo es ésto posible? La vida, que da muchas vueltas, ya saben. Y el enamorarse a alguien, que a veces hace que nos tiremos de cabeza a un barranco por alguien que no trataría siquiera de convencernos para que no lo hagamos. He sido víctima de éste fenómeno por ambas partes, y ni se imaginan el coraje que da.
Como persona que ama a otra que está enamorada de alguien que no le llega ni a la suela de los zapatos, he de decir que ésta situación es una tremenda guarrada. Ir conociendo poco a poco datos que hacen que mi alma se estremezca de dolor, repugnancia y asco al saber que alguien tan zafio puede estar junto a alguien tan divino sin merecerlo. Amar a una persona significa apreciarla, sacar lo mejor de tí para sacar lo mejor de ella, tratarla como merece, dedicarle tiempo siempre que lo requiera... Y no pasar de ella por el fútbol, o no tener siquiera un detallito con ella cuando ella se ha desvivido por tí para darte algo que ya quisieran muchos. Sufro al saber que ésto es así y que yo realmente no significo mucho en ese sentido, ojalá pudiera hacer algo... Pero el amor es así de perro. Si ella le quiere, no me queda más que desearle la felicidad y apoyarla siempre. El tiempo corre, la vida pasa y las cosas pueden cambiar en el momento que menos lo esperemos.
Como persona que ama a alguien con quien he compartido ya una relación amorosa previa y que me hizo bastante daño, sé que éste tipo de situaciones son una puta mierda. Es una mierda amar a una persona que sabes que te va a hacer daño. Es una mierda que intentes sacarla de tu vida y que, por A o por B, siempre vuelva a ella. Es una tremenda mierda que tengas la esperanza de que las cosas serán distintas, de que no eres capaz de darle carpetazo cuando te pide perdón después de un tiempo sin saber nada de ella. Y, sobre todo, es una gordísima mierda ver que, a pesar de todo, la cosa sigue siendo igual. Te niegas a verlo, pero es así. Me siento como DareDevil con Elektra: se aman, son la pareja perfecta... Pero están destinados a lo contrario. Los dos sufren, quizás uno más que la otra. Y da mucha rabia cuando ésto pasa, cuando sabes con casi total certeza que, por los motivos que fueren, tu relación amorosa está destinada al más rotundo de los fracasos.
En definitiva, señores míos: El amor es algo jodido y no siempre trae la felicidad. No digo que sea ni lo mejor ni lo peor, pero... ¿Por qué el corazón es tan tonto? ¿Por qué la persona perfecta siempre o está con un basura o no es capaz de comprenderte? No sé si es que mi corazón está ciego y blindado o que el mundo tiene más clarividencia que yo, pero es algo que no me mola nada, y por eso se merecía que le hiciera una entrada. No sé qué opinarán ustedes, pero a mí éste tema me rompe el alma, el espíritu y las bolas. En fin, sólo queda hacer como Forelli ha hecho siempre: hacer del mundo un lugar mejor, con una sonrisa en la cara y con la intención de seguir creciendo día a día. Y así, algún día, el Karma verá si se pone de acuerdo de una vez...