domingo, 10 de mayo de 2015

Carta abierta a un antiguo amor

Si estás leyendo esto, supongo que sabrás que es para ti. No voy a dar tu nombre o pistas que puedan indicar tu identidad en ningún momento, pues siempre te quejaste de que te nombraba y hacía bullying por las redes sociales. No es así por mucho que tú lo veas de esa forma, pero prefiero ser cauto y no darte pie a que te quejes. Con este punto aclarado desde el vamos, empezamos.

Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que te vi. Entonces éramos felices, nos teníamos el uno al otro. Éramos más inmaduros y teníamos discusiones tontas, pero teníamos esa magia que nos hacía sumergirnos en el dulce chocolate de nuestras miradas, teníamos ese amor que nos motivaba a salir a pasear juntos por las calles de aquella gran ciudad y teníamos ese sentimiento que nos hizo estallar en lágrimas la última vez que jamás te vi. ¿Y qué hay del ahora? ¿Por qué ya no existe ese sentimiento? Ambos sabemos lo que pasó, a pesar de que tú sólo cuentes lo que te interesa y yo cuente lo que de verdad sucedió. No obstante, ésta carta no es para echarte culpas ni nada por el estilo. Sólo quiero que veas que, por ello, lo que pudo ser lo más bonito de nuestras vidas se quedó en una fugaz chispa de esperanza que murió cuando se levantaron los vientos.

Desde entonces, por A o por B, nos hemos visto llamados el uno al otro por las circunstancias más dispares. Intentos que al principio habían salido de puta madre pero que con el tiempo fueron deteriorándose y terminaron en tragedia. Tú dirías que es porque te agobio, yo diría que es porque no te molestas en entenderme… Sea como sea, los hechos hablan por sí solos. Tres veces hemos intentado volver a tener contacto y tres veces hemos fallado. ¿Merecemos la pena el uno del otro o somos una vieja historia a la que deberíamos pasar página completamente? Muchas veces he estado seguro de lo segundo… Pero ahora no. Mi razón me aconseja alejarme de ti, pero mi corazón te echa de menos. ¿Es porque de verdad hay algo en ti que merece la pena o es simple nostalgia? Siempre he sido un negado para estos asuntos.

El caso es que, a pesar de todo, sigues estando presente en mí. Eres la primera persona que pasa por mi vida (usaría la palabra “mujer”, pero no creo que sea adecuado) y deja huella de esa forma. Tú me dices que yo he significado algo para ti y que, de hecho, aún me quieres… Pero ya no estoy seguro de ello. No sé siquiera si todas las cosas que me contaste alguna vez son ciertas, si hubo más gente antes que yo o no. No soy persona de afirmar las cosas sin saberlas y no te lo voy a preguntar, por lo que eso queda en tu conciencia. A lo que quiero llegar es a lo siguiente: si de verdad me quieres… ¿Por qué no te has molestado en entender mi forma de ser? ¿Por qué no eres capaz de hablar las cosas conmigo si sabes que me hace mucho daño cuando no las dices? Y sobre todo, ¿por qué cuando por fin hablamos te pones a la defensiva sin motivo ninguno?

La última vez que hablamos, creí que las cosas serían distintas. Que por fin tendríamos una buena relación, que por fin habíamos aceptado lo que había y que íbamos a dejar fluir el tiempo. ¿Por qué no fue así? No lo sé. Quizás algo que te dije te sentó mal. Quizás el hecho de que haya seguido con mi vida no era lo que te esperabas. Quizás es que la idiosincrasia de cada uno hace que las relaciones con el otro choquen. Quizás pequé de confiarte demasiado. Ahora no estoy seguro de si alguna vez lo sabré. Sólo espero que, pase lo que pase, hayas cambiado de verdad y que todo lo que me dijiste no fuera una simple tapadera para volver a lo mismo de siempre. Me sentiría bastante mal si todo hubiese sido una gran mentira orquestada para hacerme daño. Pero no es así… ¿Verdad?

Bueno, a pesar de lo que tú pienses, no te voy a decir qué tienes que hacer con tu vida (aunque cierto es que diferenciar entre la preocupación y el mandato te ahorraría unos cuantos disgustos). Si has leído esto, no espero ni que te pongas en contacto conmigo ni que me vuelvas a querer ni nada. Sólo espero haberte hecho reflexionar sobre éste asunto. Puede que la cosa hubiese salido mejor con más comprensión mutua, más comunicación y más sinceridad por ambas partes. Ahora es algo que sólo el tiempo dirá. ¿Tenemos futuro o somos agua pasada? ¿Eres mi Lois Lane o estamos condenados a ser como DareDevil y Elektra Natchios? ¿Arde en nosotros la llama del amor o la pasión nos ha quemado? En el aire queda.

Espero que, mientras tanto, disfrutes tanto de tu vida como yo estoy disfrutando de la mía.

Con el cariño que me queda para tí,


“El novio que todas quisieran tener”

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