La humanidad ha experimentado cambios desde su mismísimo nacimiento hace miles de millones de años. Hemos pasado de ser cuadrúpedos a bípedos, de usar las extremidades delanteras como método de desplazamiento a usarlas como medio para elaborar sofisticadas herramientas y de pasar de emitir gruñidos a poseer elaborados idiomas que nos permiten expresar todo tipo de sentimientos e ideas. Quiero decir con ésto que el cambio es inherente a nuestra especie y que es absurdo ver cómo algunos especímenes del Homo Sapiens Sapiens se resisten a ellos por el simple motivo de no ser capaces de ampliar sus miras. Sin más distracción, pues prefiero dejar ése tema tan general para otro tipo de entrada, voy a hablar de uno de los fenómenos derivados de éste hecho más famosos y, a la vez, deplorables: la homofobia.
Si analizamos la palabra, podemos hallarla dividida en dos partes: Primero tenemos "homo-", que viene del término latino homo, hominis y significa hombre; Luego tenemos "-fobia", que viene del griego antiguo φόβος, -ου y significa "miedo". ¿Quiere decir, por tanto, que los homófobos son aquellos que tienen miedo del hombre? No, ésos son los que padecen de antropofobia. Los homófobos son aquellos retrógrados que odian (leen bien, "odian" y no "temen") a los homosexuales en primera instancia y, en extensión, a bisexuales, transexuales y demás personas cuyos gustos sexuales se salgan de lo "normal". ¿Por qué una persona odia a otra sin siquiera conocerla sólo por el hecho de tener unas preferencias diferentes? Hay muchas respuestas para ésta pregunta: ignorancia, desinformación, pésima educación como persona... Pero yo me voy a decantar por la envidia. Simple, nefasta y corrosiva envidia. Piénsenlo, la gente que critica las vidas sexuales de los demás lo hace generalmente porque la suya es tremendamente pobre o directamente no existe. ¿Cómo se sienten, pues, al ver que hay gente que no sólo tienen una vida sexual bastante plena sino que, además, la tiene con gente de su propio sexo? Por no hablar de que muchas veces suelen ser maricas reprimidas las que más ponen el grito en el cielo por éste asunto. Muchas veces se basan en que es "antinatural" o "es pecado". A los primeros: ¿quién carajo les dio la potestad para decir lo que es natural y lo que no? ¿Son ustedes acaso alguna entidad cósmica y yo, pobre mortal barbudo y peludo, no soy siquiera capaz de concebir el poder que ustedes poseen?. A los segundos: si yo ahora dijera que es natural que un hombre pasase volando al lado de mi ventana cargando con una guagua en una mano y un tanque en la otra, ¿me tomarían en serio? Lo digo porque es lo que dicen mis sagradas escrituras, los cómics de Superman... ¿Verdad que no? Pues lo mismo es basarse en la Biblia, el Corán o cualquier otro libro religioso para decir que la homosexualidad es pecado. Además, la mayoría de los que dicen eso no han tocado un puto libro sagrado en su vida, por lo tanto pierden la ya poca credibilidad de su renqueante y falaz argumento.
El título de ésta entrada se debe a una frase que dijo una vez el famoso actor afroamericano Morgan Freeman (o al menos a él se le atribuye) que dice así: "Odio la palabra homofobia. No es una fobia. Usted no tiene medio, usted es un imbécil". En ella se resume, prácticamente, mi opinión al respecto sobre la homofobia. Si es usted uno de éstos individuos, le recomiendo que salga del armario, que se coma una buena polla y deje vivir en paz a los demás con sus gustos y aficiones. Si no, simplemente deje de dar por culo metafóricamente al mundo y empiece a dar por culo físicamente a su mujer. La comunidad LGBT, un servidor, su cónyuge y la humanidad entera le estará agradecido por siempre.
PD: Perdonen que no les traiga una de mis habituales entradas largas, pero no poseo demasiado tiempo y casi es un milagro que no me haya olvidado de ésta crítica antes de que acabara el mes. Aprovecho, además, para dar gracias por haber conseguido que éste blog haya llegado ya a las 50000 visitas. Ya haré algo especial con ello.