lunes, 15 de febrero de 2016

Fuera de circulación

Como habrán podido apreciar, este Febrero no habrá crítica y, en su lugar, he decidido crear esta improvisada entrada que, tal y como me encuentro en el momento de iniciarla, tendrá un contenido bastante ácido e iracundo. Porque sí, hace bastante tiempo que no hablo de mí y de mi vida por aquí (o no de manera abierta, al menos), y he llegado a un punto en el que no puedo más. Ayer domingo, mi salud mental y física ha llegado a un punto de quiebre que ya estaba presente, pero que hasta no era tan grave como pensaba... O no lo creía tan grave. Durante esta semana estaré, casi en su totalidad, fuera de circulación. Y es que ya estoy harto, no aguanto más. O dicho de la forma más clara que hay, estoy hasta los putos cojones.

Para el que ande algo perdido porque no se mete asiduamente en ésta, mi casa, o es un nuevo lector, le pondré al corriente de mi vida durante los últimos tres años en pocas palabras: Estoy cursando el grado de Lenguas Modernas en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, en la modalidad de Inglés-Chino y en horario de tarde. Exceptuando la obra de teatro que hice allá por segundo junto a mis compañeros y amigos Javier y Lara (a los que mando un profundo agradecimiento por ello) y Griego, mi asignatura favorita del curso en el que me encuentro a día 15 de febrero de 2016, no he experimentado lo que se supone que una carrera universitaria debería hacer: satisfacción, sensación de plenitud, realización personal y esas cosas que yo buscaba en esa carrera. He durado hasta ahora porque cada año me decía que el siguiente sería mejor, que las asignaturas serían mejores, que se daría material mucho más interesante... Y en la mayoría de los casos ha sido mentira. Una decepción tras otra, aderezadas con malas experiencias personales de todo tipo que he tratado de aguantar estoicamente pero que, al fin y al cabo, han agravado mi ya enorme asco por la Universidad. Estamos hablando de que he cursado a día de hoy un total de 25 asignaturas (sólo tengo una suspensa del semestre pasado) y sólo me han llenado dos (tres, si contamos con la que más me gusta de éste semestre, que es Griego II). Y yo tengo paciencia, muchísima paciencia. De hecho, se podría decir que de bueno, soy tonto. Pero todo el mundo tiene un límite, y yo no soy ninguna excepción en éste caso.

Mi sueño es dedicarme al mundo del cómic, preferiblemente en calidad de guionista o, si se diera el caso, editor. Comparto el mismo sueño con mi gran amigo Tachú, con quien tengo desde hace tres años (o cuatro, me atrevería a decir) un proyecto llamado Pandeimos Cómics, donde daremos rienda suelta a nuestra creatividad en el formato que tanto él como yo amamos con locura. Estoy más que dispuesto a lograrlo, voy a luchar para conseguirlo, cueste lo que cueste. Pero el camino no es la carrera que estoy cursando. Y como cocreador de un proyecto que busca romper con lo establecido, la Universidad es un obstáculo que ya me ha molestado suficiente. Todo el tiempo que se me va en trayectos de gaugua carísimos, horas sueltas haciendo deberes inútiles y clases aburridas impartidas por docentes sin pasión por su proyecto o que están restringidos por un sistema educativo paupérrimo lo puedo invertir en mi propio enriquecimiento personal para conseguir mi objetivo: leer cómics de toda clase de pelaje y condición para aprender técnicas narrativas, leer libros de historia y filosofía para enriquecer mi conocimiento y mis propias líneas de pensamiento, crear tramas, argumentos y personajes para experimentar y dar con todo lo necesario para crear una buena historia y otras miles de actividades. Por supuesto, no pienso vivir del cuento, buscaría un trabajo para sacarme unos euros y poner en marcha nuestro proyecto (porque soy consciente de que no va a bastar que escribamos para recibir dinero). ¿Pero saben qué? Hasta eso sería más satisfactorio que estar gastando mi tiempo, mi juventud y mi talento en ese antro de escoria y villanía que ha resultado ser la ULPGC para mí.

Creo que ya he tenido bastante veneno tanto dentro como fuera de las aulas. Lo que me pasó ayer, día 14, ha hecho que el vaso se haya rebosado de forma definitiva. Estoy harto de que el mundo tenga la puta cabeza metida en el culo. Harto de aguantar mierda. Harto de que casi todo lo que haga fuera de determinados campos sea despreciado, cagado, meado y vomitado día tras día, mes tras mes y año tras año por el mundo y, en especial, por algunos de sus habitantes. Harto del ninguneo. Harto de las cadenas.

Demasiada mierda para un solo cuerpo.

Así es, por tanto, que me declaro fuera de circulación durante un tiempo. A excepción de los amigos más cercanos y/o aquellos con los que tenga asuntos en común, pocos me verán el pelo. Agradezco de corazón a todas esas personas que en el aciago día de ayer estuvieron ayudándome, escuchándome o prestándome su compañía (Painter, Vicuto y mi madre). De no ser por ustedes, estos días serían un infierno mucho peor. En lo que dure este retiro y decida lo que decida, mi actividad pública por internet cesará hasta nuevo aviso. Quien quiera contactar conmigo, puede mandarme un correo (MarcoAntonioDiForelli@gmail.com), hablarme por Facebook o Twitter (búsquenme por Forelli, no tiene pérdida) o por WhatsApp o Telegram (pregúntenmelo personalmente por los otros medios que ofrezco. Fuera de eso, no esperen nuevas entradas, que comparta contenido en mis cuentas o, en general, diga ni una sola palabra sobre nada por las redes.

Esto no es un adiós, sino un hasta luego.

Gracias a todos los que han estado ahí, leyendo durante estos tres años.

¡Hasta la próxima!

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